Y quienes pidan
con fe en mi nombre, echarán fuera demonios; sanarán a los enfermos; harán que los ciegos reciban la
vista, que los sordos oigan, los mudos hablen y los cojos anden.
Y pronto viene la
hora en que se mostrarán grandes cosas a los hijos de los hombres;
mas sin fe no se manifestará cosa alguna sino desolaciones sobre Babilonia, la cual ha hecho que todas las naciones beban del
vino de la ira de sus fornicaciones.
Y no hay quien haga lo bueno salvo aquellos que están dispuestos a
recibir la plenitud de mi evangelio, que he enviado a esta generación.
Por tanto, llamo a
lo débil del mundo, a aquellos que son indoctos y despreciados, para trillar a las naciones por
el poder de mi Espíritu.
Y su brazo será mi
brazo, y yo seré su escudo y su broquel; y ceñiré sus lomos y lucharán por mí
varonilmente; y sus enemigos estarán debajo de sus pies; y dejaré caer la espada en su defensa, y por el fuego de mi indignación los preservaré.
Y se predicará el
evangelio a los pobres y a los mansos, y estarán esperando la hora de mi venida, porque ya está próxima;
y aprenderán la
parábola de la higuera, porque ahora mismo el verano se aproxima.
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