miércoles, 28 de noviembre de 2012

DESPIERTA DE ESE PROFUNDO SUEÑO.



¡Oh que despertaseis; que despertaseis de ese profundo sueño, sí, del sueño del  infierno, y os sacudieseis de las espantosas cadenas que os tienen atados, cadenas que sujetan a los hijos de los hombres a tal grado que son llevados cautivos al eterno  abismo de miseria y angustia! 
 ¡Despertad y levantaos del polvo! ¡Escuchad las palabras de un padre tembloroso, cuyo cuerpo pronto tendréis que entregar a la fría y silenciosa  tumba, de donde ningún viajero puede volver; unos días más, y seguiré el  camino de toda la tierra! 
Pero he aquí, el Señor ha  redimido a mi alma del infierno; he visto su gloria, y estoy para siempre envuelto entre los  brazos de su  amor

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