Y el que respire iras y contiendas contra la obra
del Señor, y contra el pueblo del convenio del Señor, que es la casa de Israel,
y diga: Destruiremos la obra del Señor, y el Señor no se acordará del convenio
que ha hecho con la casa de Israel, tal persona está en peligro de ser talada y
arrojada al fuego;
porque los eternos designios del
Señor han de seguir adelante, hasta que se cumplan todas sus promesas.
Escudriñad las profecías de Isaías. He aquí, no
puedo escribirlas. Sí, he aquí, os digo que aquellos santos que me han
precedido, que han poseído esta tierra, clamarán, sí, desde
el polvo clamarán al Señor; y así como vive el Señor, se acordará del convenio
que ha hecho con ellos.
Y él conoce sus oraciones, que se
hicieron a favor de sus hermanos. Y él conoce su fe, porque en su nombre
pudieron mover montañas; y en su
nombre pudieron hacer que temblara la tierra; y por el poder de su palabra
hicieron que se derribaran las prisiones; sí, ni
aun el horno ardiente pudo dañarlos, ni las bestias salvajes, ni las serpientes
venenosas, por motivo del poder de su palabra.
Y he aquí, sus oraciones también
fueron a favor de aquel a quien el Señor habría de conceder sacar a luz estas
cosas.
Y no es menester que nadie diga que no saldrán,
pues ciertamente saldrán, porque el Señor lo ha dicho; porque de la tierra
han de salir, por mano del Señor, y nadie puede impedirlo; y sucederá en una
época en que se dirá que ya no existen los milagros; y será
como si alguien hablase de centre los
muertos.
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