martes, 13 de noviembre de 2012

EL HOMBRE EN EL DISCIPULADO.


Y los discípulos de Jesús efectuaban grandes y maravillosas obras, de tal manera que  sanaban a los enfermos, y resucitaban a los muertos, y hacían que los cojos anduvieran, y que los ciegos recibieran su vista, y que los sordos oyeran; y obraban toda clase de  milagros entre los hijos de los hombres; y no obraban milagros salvo que fuera en el nombre de Jesús.

Y el Señor los prosperó en gran manera sobre la tierra; sí, al grado de que nuevamente edificaron ciudades donde se habían incendiado las otras.
Y he aquí, aconteció que el pueblo de Nefi se hizo fuerte, y se multiplicó con gran rapidez, y llegó a ser un pueblo  hermoso y deleitable en extremo.
Y ya no se guiaban por las  prácticas y ordenanzas de la  ley de Moisés, sino que se guiaban por los mandamientos que habían recibido de su Señor y su Dios, perseverando en el  ayuno y en la oración, y reuniéndose a menudo, tanto para orar como para escuchar la palabra del Señor.

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