Y además, amados hermanos míos, quisiera hablaros
concerniente a la esperanza. ¿Cómo podéis lograr la fe, a menos que tengáis
esperanza?
Y ¿qué es lo que habéis de esperar? He aquí, os digo que debéis tener esperanza, por medio de la expiación de Cristo y el poder de
su resurrección, en que seréis resucitados a vida eterna, y esto por causa de vuestra fe en él, de
acuerdo con la promesa.
De manera que si un hombre tiene fe, es necesario que tenga esperanza; porque sin fe no puede
haber esperanza.
Y además, he aquí os digo que el hombre no puede tener
fe ni esperanza, a menos que sea manso y humilde de corazón.
Porque si no, su fe y su esperanza son vanas, porque nadie es aceptable a
Dios sino los mansos y humildes de corazón; y si un hombre es manso y humilde
de corazón, y confiesa por el poder del Espíritu Santo que Jesús es el
Cristo, es menester que tenga caridad; porque si no tiene caridad, no es nada;
por tanto, es necesario que tenga caridad.
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