¿Por qué desea el Señor que
oremos a Él y le pidamos? Porque así es cómo se recibe la revelación.
Cualquiera
que se encuentre en este púlpito para dar un mensaje siente la fortaleza y apoyo
de los miembros de todo el mundo. Estoy agradecido porque ese mismo apoyo puede
provenir de una compañera amada del otro lado del velo.
El
Espíritu Santo comunica la información importante que necesitamos para guiarnos
durante nuestra jornada terrenal. Cuando es nítida, clara y esencial, merece el
título de revelación; y cuando constituye una serie de impresiones que tenemos
con frecuencia para guiarnos paso a paso hacia un objetivo digno, para los
fines de este mensaje, es inspiración.
Un
ejemplo de revelación podría ser la dirección que el presidente Spencer W.
Kimball recibió después de una larga y continua súplica al Señor acerca de
proporcionar el sacerdocio a todos los varones dignos de la Iglesia en una
época en que sólo estaba disponible para algunos de ellos.
Otro
ejemplo de revelación es la guía que recibió el presidente Joseph F.
Smith: “Creo que nos movemos en la presencia de mensajeros y seres celestiales
y que nuestro ser se halla entre ellos. No estamos separados de ellos… estamos
íntimamente relacionados con nuestros parientes, con nuestros antepasados… que
han llegado antes que nosotros al mundo de los espíritus. No podemos
olvidarlos; no cesamos de amarlos; siempre los tenemos en el corazón, en la
memoria; así nos relacionamos con ellos y nos unen a ellos vínculos que no
podemos quebrantar… Si así es con nosotros en nuestra condición finita,
rodeados de nuestras debilidades carnales… cuánto más cierto… es creer que
quienes han sido fieles, que están más allá de esta vida… nos ven mejor que
nosotros a ellos; …vivimos en su presencia… ellos nos ven… están atentos a
nuestro bienestar… nos aman ahora más que nunca. Porque ahora ellos ven los
peligros que nos asechan, …su amor por nosotros y su afán por nuestro bienestar
deben ser mayores de los que sentimos por nosotros mismos1.
La
relación con las personas que conocemos y amamos se pueden fortalecer a través
del velo. Eso se logra mediante un empeño firme para hacer lo correcto
continuamente. Podemos fortalecer nuestra relación con la persona que ha
partido, a quien amamos, al reconocer que la separación es temporal y que los
convenios que hacemos en el templo son eternos. Cuando se obedecen
constantemente, dichos convenios aseguran el cumplimiento eterno de las
promesas inherentes a ellos.
Un caso
claro de revelación en mi vida tuvo lugar cuando recibí la firme impresión del
Espíritu de pedirle a una hermosa joven llamada Jeanene Watkins, con la que
había estado saliendo, que se sellara a mí en el templo.
Una de
las grandes lecciones que cada uno de nosotros debe aprender es la de pedir.
¿Por qué desea el Señor que oremos a Él y le pidamos? Porque así es cómo se
recibe la revelación.
Cuando
afronto un asunto muy difícil, esto es lo que hago para tratar de comprender
qué hacer: ayuno y oro para encontrar y entender las Escrituras que serán de
ayuda. Ese proceso es cíclico. Comienzo leyendo un pasaje de las Escrituras,
medito sobre el significado del versículo y oro por inspiración. Después,
medito y oro para saber si he entendido todo lo que el Señor desea que yo haga.
A menudo vienen más impresiones, con un entendimiento mayor de la doctrina. He
descubierto que ese modelo es una buena manera para aprender de las Escrituras.
Hay
algunos principios prácticos que realzan la revelación. Primero, ceder a las
emociones como la ira, el malestar o el ponerse a la defensiva alejará al
Espíritu Santo. Esas emociones se deben eliminar o nuestra oportunidad de
recibir revelación se verá reducida.
Otra
regla es ser cautos con el sentido del humor. Las risotadas ofenderán al
Espíritu. El buen sentido del humor ayuda a la revelación, las risotadas no. El
buen sentido del humor es una válvula de escape para las presiones de la vida.
Otro
enemigo de la revelación proviene de la exageración o de hablar en voz muy
alta. Un hablar cuidadoso y calmo será favorable para recibir revelación.
Por otro
lado, la comunicación espiritual mejora con buenos hábitos de salud. El
ejercicio, dormir el tiempo razonable y los buenos hábitos de alimentación
aumentan nuestra capacidad para recibir y entender la revelación. Viviremos
durante nuestro período de vida asignado; sin embargo, podemos mejorar tanto la
calidad de nuestro servicio como nuestro bienestar tomando decisiones
apropiadas y prudentes.
Es
importante que nuestras actividades diarias no nos distraigan de escuchar al
Espíritu.
Se puede
recibir revelación mediante un sueño, cuando hay casi una transición
imperceptible entre el estar dormido y el despertar. Si te esfuerzas por
aprehender su contenido de inmediato, podrás registrarlo con gran detalle; si
no, se esfumará con rapidez. Por lo general, a la comunicación inspirada
durante la noche la acompaña un sentimiento sagrado durante toda la
experiencia. El Señor utiliza personas a quienes les tenemos un gran respeto
para enseñarnos verdades en un sueño, puesto que confiamos en ellas y
escucharemos su consejo. Es el Señor quien está enseñando mediante el Espíritu
Santo; sin embargo, en un sueño, Él puede hacer que nos sea más fácil entender
y que se conmueva más nuestro corazón enseñándonos mediante alguien que amamos
y respetamos.
Cuando es
para los propósitos del Señor, Él puede traer cualquier cosa a nuestra memoria.
Eso no debe debilitar nuestra determinación de registrar las impresiones del
Espíritu. La inspiración que se registra con cuidado demuestra a Dios que Sus
comunicaciones son sagradas para nosotros. El registrarlas aumentará nuestra
capacidad de recordar la revelación. Esos registros de la dirección del
Espíritu deben protegerse para que no se pierdan y para evitar la intromisión
de otras personas.
Las
Escrituras confirman con elocuencia cómo el vivir la verdad constantemente abre
la puerta a la inspiración a fin de saber qué hacer y, cuando sea necesario,
que nuestra capacidad personal sea realzada por el poder divino. Las Escrituras
describen cómo el Señor fortalecía la capacidad de una persona para conquistar
la dificultad, la duda y los desafíos que parecían insuperables en momentos de
necesidad. Al meditar sobre esos ejemplos, vendrá una serena confirmación por
medio del Espíritu Santo de que esas experiencias son verdaderas. Llegarás a
saber que una ayuda similar está disponible para ti.
He visto
a algunas personas afrontar desafíos que sabían lo que tenían que hacer cuando
ello estaba más allá de su propia experiencia debido a que confiaban en el
Señor y sabían que Él los guiaría a encontrar las soluciones que tan
urgentemente se requerían.
El Señor
ha declarado: “Y a vosotros se os enseñará de lo alto. Santificaos y seréis
investidos con poder, para que impartáis como yo he hablado”2. La
palabra santificaos te puede parecer desconcertante. El
presidente Harold B. Lee explicó una vez que uno puede reemplazar esa
palabra con “guardad mis mandamientos”. Al leerlo de ese modo el consejo podría
parecer más claro3.
Uno
siempre debe estar mental y físicamente limpio, y tener una intención pura,
para que el Señor pueda inspirar. El Señor confía en aquel que es obediente a
Sus mandamientos. Esa persona tiene acceso a la inspiración de Él para saber
qué hacer y, según sea necesario, tener el poder divino para hacerlo.
Para que
la espiritualidad sea más fuerte y esté más disponible, se debe implantar en un
entorno de rectitud. La altanería, el orgullo y la jactancia son como un
pedregal que nunca producirá fruto espiritual.
La
humildad es un terreno fértil donde la espiritualidad crece y produce el fruto
de la inspiración para saber qué hacer; da paso al poder divino para lograr lo
que debe hacerse. Una persona motivada por el deseo de elogios o de
reconocimiento no será merecedora de las enseñanzas del Espíritu. El Espíritu
no guiará poderosamente a alguien que sea arrogante o que deje que sus
emociones influyan en sus decisiones.
Cuando
actuamos como instrumentos en beneficio de los demás somos más fácilmente inspirados
que cuando pensamos solamente en nosotros mismos. En el proceso de ayudar a los
demás, el Señor puede agregar direcciones para nuestro propio beneficio.
Nuestro
Padre Celestial no nos puso en la tierra para que fracasemos, sino para que
triunfemos gloriosamente. Podría parecer paradójico, pero ésa es la razón por
la que reconocer las respuestas a nuestras oraciones a veces puede ser muy
difícil. A veces tratamos imprudentemente de afrontar la vida dependiendo de
nuestras propias experiencias y capacidad. Es mucho más sabio procurar saber
qué hacer mediante la oración y la inspiración divina. Nuestra obediencia nos
asegura que, cuando se lo requiera, seamos merecedores del poder divino para
lograr un objetivo inspirado.
Como
muchos de nosotros, Oliver Cowdery no reconoció la evidencia de las respuestas
a las oraciones que el Señor ya le había dado. Para abrir sus ojos, y los
nuestros, se dio esta revelación mediante José Smith:
“…bendito
eres por lo que has hecho; porque me has consultado, y he aquí, cuantas veces
lo has hecho, has recibido instrucción de mi Espíritu. De lo contrario, no
habrías llegado al lugar donde ahora estás.
“He aquí,
tú sabes que me has preguntado y yo te iluminé la mente; y ahora te digo estas
cosas para que sepas que te ha iluminado el Espíritu de verdad”4.
Si
sientes que Dios no ha contestado tus oraciones, medita en estas Escrituras;
después, busca detenidamente evidencias en tu propia vida, puesto que Él ya
podría haberte contestado.
Dos
indicadores de que un sentimiento o impresión provienen de Dios son que produce
paz en tu corazón y un sentimiento calmo y cálido. A medida que sigas esos
principios de los que he hablado, estarás preparado para reconocer la
revelación en momentos críticos de tu propia vida.
Cuanto
más cerca sigas la guía divina, más grande será tu felicidad aquí y en la
eternidad; asimismo, más grandes serán tu progreso y capacidad para servir. Yo
no entiendo en su plenitud cómo se hace, pero esa guía en tu vida no te quita
el albedrío. Tú puedes tomar las decisiones que desees; pero recuerda que la
disposición de hacer lo correcto brinda paz a la mente y felicidad.
Si tus
decisiones son incorrectas, pueden rectificarse mediante el arrepentimiento.
Cuando las condiciones se cumplen plenamente, la expiación de Jesucristo,
nuestro Salvador, proporciona un alivio de las demandas de la justicia por los
errores cometidos. Es maravillosamente sencillo y tan incomparablemente
hermoso. Al continuar viviendo rectamente, serás siempre inspirado para saber
lo que debes hacer. En ocasiones, descubrir qué decisión tomar requerirá un
empeño significativo y confianza de tu parte; sin embargo, serás inspirado para
saber qué hacer al cumplir con las condiciones que se requieren para tener esa
guía divina en tu vida, o sea, obediencia a los mandamientos del Señor, confiar
en Su plan divino de felicidad y evitar todo lo que sea contrario a él.
La
comunicación con nuestro Padre Celestial no es un asunto trivial. Es un
privilegio sagrado. Está basada en principios eternos que no cambian. Recibimos
ayuda de nuestro Padre Celestial en respuesta a nuestra fe, obediencia y al uso
apropiado del albedrío.
Que el
Señor te inspire para comprender y usar los principios que conducen a la
revelación personal y a la inspiración. En el nombre de Jesucristo. Amén.
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