Porque el Señor ha oído tus oraciones, y ha juzgado en cuanto a tu rectitud y me ha enviado para declarártelas, a fin de que te regocijes; y para que las declares a los de tu pueblo, a fin de que ellos también se llenen de gozo.
Porque he aquí que viene el tiempo, y no está muy
distante, en que con poder, el Señor Omnipotente que reina, que era y que es de
eternidad en eternidad, descenderá del cielo entre los hijos de los hombres; y
morará en un tabernáculo de barro, e irá entre los hombres efectuando
grandes milagros, tales como sanar a los enfermos, resucitar a los
muertos, hacer que los cojos anden, y que los ciegos reciban su vista, y que
los sordos oigan, y curar toda clase de enfermedades.
Y echará fuera los demonios, o los malos espíritus que moran en el corazón de los
hijos de los hombres.
Y he aquí, sufrirá tentaciones, y dolor en el cuerpo, hambre, sed y fatiga, aún más de lo que el hombre puede sufrir sin morir; pues he aquí, la sangre le brotará de cada poro, tan grande será su angustia por la iniquidad y abominaciones de su pueblo.
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