Por tanto, amados hermanos míos, si no tenéis caridad,
no sois nada, porque la caridad nunca deja de ser. Allegaos, pues, a la
caridad, que es mayor que todo, porque todas las cosas han de perecer;
Pero la caridad es el amor puro de Cristo, y permanece para siempre; y a quien
la posea en el postrer día, le irá bien.
Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones,
que seáis llenos de este amor que él ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo Jesucristo; para que
lleguéis a ser hijos de Dios; para que cuando él aparezca, seamos semejantes a él, porque lo veremos tal como es;
para que tengamos esta esperanza; para que seamos purificados así como él es puro. Amén.
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