jueves, 22 de noviembre de 2012

SOCORREREIS A LOS NECESITADOS.

Y he aquí, os digo que si hacéis esto, siempre os regocijaréis, y seréis llenos del  amor  de Dios y siempre  retendréis la remisión de vuestros pecados; y aumentaréis en el conocimiento de la gloria de aquel que os creó, o sea, en el conocimiento de lo que es justo y verdadero.

Y no tendréis deseos de injuriaros el uno al otro, sino de vivir  pacíficamente, y de dar a cada uno según lo que le corresponda.
Ni permitiréis que vuestros  hijos anden hambrientos ni desnudos, ni consentiréis que quebranten las leyes de Dios, ni que  contiendan y riñan unos con otros y sirvan al diablo, que es el maestro del pecado, o sea, el espíritu malo de quien nuestros padres han hablado, ya que él es el enemigo de toda rectitud.
Mas les  enseñaréis a  andar por las vías de la verdad y la seriedad; les enseñaréis a  amarse mutuamente y a servirse el uno al otro.
Y además, vosotros mismos  socorreréis a los que necesiten vuestro socorro; impartiréis de vuestros bienes al necesitado; y no permitiréis que el  mendigo os haga su petición en vano, y sea echado fuera para perecer.



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