Porque así
dice el Señor: Yo, el Señor, soy
misericordioso y benigno para con los que me temen, y me deleito en honrar a los que
me sirven en rectitud y en verdad hasta
el fin.
Grande será
su galardón y eterna será su gloria.
Y a ellos
les revelaré todos los misterios, sí, todos los misterios ocultos de
mi reino desde los días antiguos, y por siglos futuros, les haré saber la buena
disposición de mi voluntad tocante a todas las cosas pertenecientes a mi reino.
Sí, aun las
maravillas de la eternidad sabrán ellos, y las cosas venideras les enseñaré,
sí, cosas de muchas generaciones.
Y su sabiduría será grande, y su conocimiento llegará hasta el cielo; y ante
ellos perecerá la sabiduría de los sabios y se desvanecerá el entendimiento del
prudente.
Porque por
mi Espíritu los iluminaré, y por mi poder les revelaré los
secretos de mi voluntad; sí, cosas que
ojo no vio, ni oído oyó, ni han llegado siquiera al corazón del hombre.
aun aquellas
cosas que existieron desde el principio, antes que el mundo fuese, las cuales
el Padre decretó por medio de su Hijo Unigénito, que estaba en el seno del Padre
aun desde el principio, de quien damos
testimonio, y el testimonio que damos es la plenitud del evangelio de
Jesucristo, que es el Hijo, a quien vimos y con el cual conversamos en la visión celestial.
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