“Ningún
éxito en la vida puede compensar el fracaso en el hogar”. –David O. McKay
No sería demasiado afirmar que una persona que proviene de un hogar
amoroso, que le brinda apoyo, tiene una gran ventaja en la vida. Muchas
personas logran salir adelante, aunque provengan de situaciones familiares poco
ideales, pero el tener cubiertas las necesidades básicas, contar con el amor de
los padres y aprender las lecciones de la vida en el hogar, hace que los
desafíos de la vida diaria sean mucho más fáciles de afrontar. De igual manera,
como adulto uno desea un hogar feliz para su familia.
Esto no es casualidad. Dios nos organiza en familias para que podamos
crecer en un ambiente de felicidad y seguridad, para que así podamos aprender a
amar a los demás desinteresadamente; ésta es la clave de la verdadera
felicidad. El mejor lugar para aprender a amar a los demás de la forma en que
el Padre Celestial nos ama a cada uno de nosotros es en el seno familiar.
La Iglesia de Dios existe para ayudar a las familias a obtener
bendiciones eternas. Creemos que la mayor bendición que Él nos da, es la
capacidad para regresar a vivir con Él en el cielo junto con nuestras familias.
Seguimos la voluntad del Padre Celestial porque ésta es la manera en que
obtenemos esta bendición.
Todos formamos parte de la
familia de Dios
Cuando en la Iglesia llamamos a uno de nuestros
miembros “hermano” García o “hermana” Herrera, lo decimos con todo el sentido de
la palabra. Creemos que todos nosotros, incluso los que no son miembros de la
Iglesia, somos hijos e hijas literales de nuestro Padre Celestial (Hebreos 12:9) y por lo tanto, son nuestros hermanos
celestiales. Antes de venir a la tierra recibimos el amor y las enseñanzas de
nuestro Padre Celestial como integrantes de una familia eterna, por lo que
compartimos un lazo de unión que trasciende a esta vida. Piense en ello, si
realmente pensara en su vecino o compañero de trabajo como su hermano o
hermana, ¿lo trataría diferente? De igual manera, el saber que su familia
terrenal tiene una importancia eterna, le puede ayudar a tratarlos mejor
también.
La familia está primero
Quizás no hayamos tenido la suerte de habernos criado en una familia
feliz y segura con dos padres amorosos. Tal vez no, o quizás crecimos en
circunstancias difíciles y sin el amor ni el apoyo que anhelábamos. De igual
manera, como adulto uno desea un hogar feliz para su familia. No siempre es
fácil vivir en paz en una familia, pero en la Iglesia restaurada de Dios, el
matrimonio y la familia se consideran la unidad social más importante de esta
vida y de la eternidad.
La gente que ha pasado por desastres naturales nunca ha dicho: “Todo lo
que pensaba durante el terremoto era en mi cuenta de banco”. Por lo general
siempre dicen: “Sólo podía pensar en mi esposa y en mis hijos”. No es necesario
que ocurra una catástrofe para saber que eso es verdad. Sin embargo, muy
seguido permitimos que el obtener dinero, buscar placer e incluso las
necesidades de los demás distraigan la atención que damos a nuestra familia. En
La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días ella está primera.
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