“La tentación es como una fuerza magnética que sujeta
en su poder a un objeto de metal … pierde su fuerza magnética y su poder si nos
alejamos de ella. La tentación es una parte necesaria de nuestra
experiencia terrenal. Por medio del profeta José Smith, el Señor explicó la
razón por la cual somos tentados: “Y es menester que el diablo tiente a los
hijos de los hombres, de otra manera estos no podrían ser sus propios agentes;
porque si nunca tuviesen lo amargo, no podrían conocer lo dulce” (D. y C.
29:39).
En el
Libro de Mormón, encontramos que Nefi explica las consecuencias de ceder ante
la tentación: “… las tentaciones del diablo … ciegan los ojos y endurecen el
corazón de los hijos de los hombres, y los conducen hacia caminos anchos, de
modo que perecen y se pierden” (1 Nefi 12:17).
El cegar
los ojos significa no ver ni reconocer las consecuencias de nuestras acciones.
El endurecer el corazón es hacer caso omiso del consejo que recibamos o no
estar dispuestos a aceptarlo. El ser conducidos hacia caminos anchos es ceder
ante las atracciones mundanas y perder la influencia del Espíritu Santo en
nuestra vida.
Brigham
Young dijo: “Muchos piensan que el diablo tiene dominio y potestad tanto sobre
el cuerpo como el espíritu. Pero yo les digo que el no tiene ningún poder sobre
el hombre, a no ser que el cuerpo venza al espíritu que hay dentro de el,
dejándose arrastrar por el espíritu de la maldad … El cuerpo tiene influencia
sobre el espíritu, de la misma forma que el espíritu tiene influencia sobre el
cuerpo” (Discourses of Brigham Young, sel. por John A. Widstoe [1941], págs.
69-70).
La
tentación es como una fuerza magnética que sujeta en su poder a un objeto de
metal; sin embargo, pierde su fuerza magnética y su poder si nos alejamos de
ella. Por tanto, debemos alejarnos de la tentación y así perderá su poder.
Durante el
día. nuestra mente permanece siempre activa. Somos nosotros quienes elegimos el
rumbo de los pensamientos por el cual viaja nuestra mente. El permitir que los
pensamientos mundanos se apoderen de nuestra mente puede llevarnos a cometer
actos incorrectos. Al viajar por las rutas de la vida, nuestros sentidos se ven
bombardeados continuamente por letreros, carteles, revistas, videos, películas,
etc., que atraen y tientan a la mente y, si lo permitimos , crean en ella
imágenes impropias para un miembro de la Iglesia.
Cuando nos
asalten pensamientos malos, ¡detengámonos! ¡Pensemos! ¡Controlemos nuestra
mente! Visualicemos en ella un gran letrero que diga SALIDA, e inmediatamente
cambiemos el rumbo de nuestros pensamientos.
Cuando en
su interior empiecen a surgir sentimientos y deseos incorrectos, el Espíritu
Santo los inspirara a deshacerse de ellos. Escuchen al Espíritu Santo.
¡Deténganse! ¡Piensen! Visualicen en su mente un letrero que diga NO SIGAN,
CAMINO EQUIVOCADO, e inmediatamente cambien o borren esos pensamientos que
conducen a sentimientos indebidos e indignos y a fantasías malignas, los que
pueden convertirse en un enviciamiento para la mente y para el cuerpo.
Cuando se
sientan tentados a cometer un acto incorrecto o a abrigar malos pensamientos,
traten de mirar hacia adelante para ver cuales serán las consecuencias
inevitables de ello. ¡Deténganse! ¡Piensen! Visualicen en su mente un letrero
que diga ALTO y refrenen la mente. Inmediatamente, cambien de rumbo y piensen
en algo diferente y edificante.
Para
vencer la tentación, tenemos que controlar nuestros pensamientos. Busquen la
salida para poder dejar atrás los pensamientos perniciosos; eviten el camino
equivocado de malos pensamientos. Pongan alto a los pensamientos que lleven a
una conducta impropia de miembros de la Iglesia. ¡No tienen por que ceder a la
tentación! Controlen lo que permitirán que los ojos vean, lo que los oídos
escuchen, lo que la boca hable y lo que las manos toquen.
El ceder a
la tentación puede llevar al enviciamiento del cuerpo y del espíritu y ese
enviciamiento puede ser opresivo y llevar a la esclavitud y luego a la perdida
de la libertad y la paz interior.
Cuando la
persona sucumbe a la tentación, actúa en contra del consejo del Espíritu Santo,
del de nuestros profetas, del que proviene de una doctrina correcta, del que
recibimos al hacer convenios y, muchas veces, del de quienes la aman mas que a
nadie. De esa forma, esa persona se aleja de la amistad y del amor de los demas
y de la guía del Espíritu Santo.
La tentación
puede ser una forma caritativa de advertirnos de posibles peligros y actúa como
una señal de precaución, advirtiéndoos de los posibles peligros que nos
aguardan. La tentación puede poner a la mente sobre aviso de que debe alejarse
de un pensamiento o de un hecho impropio.
Como seres
eternos, que viven esta experiencia terrenal, no estaremos libres de la
tentación. La tentación implica una lucha interior de hacer lo correcto. La
persona que piensa constantemente en lo carnal y sensual no puede experimentar
un desarrollo espiritual interior, dado que dichos pensamientos sensuales le
impiden el progreso espiritual.
El
presidente George Q. Cannon dijo: A menos que [las personas] estuvieran
expuestas a la tentación, nunca se conocerían a si mismas, ni su poder, sus
debilidades y el poder de Dios. Si Satanás no tuviera poder para tentar a la
humanidad, esta permanecería en un estado en el que no conocería ni el bien ni
el mal; no sabría lo que es la felicidad ni la desdicha; y todos sus poderes
quedarían latentes, ya que no habría nada que los activara. Al hombre se le
privaría de esa experiencia que lo prepara para llegar a ser como Dios, su
Eterno Padre” (Gospel Truths, 2 vol. en 1, sel. Jerreld L. Newquist [1987],
pág. 109).
Cuando
obedecemos los principios del evangelio, sentimos menos tentación en la vida.
Con cada elección correcta que hagamos, nos fortalecemos espiritualmente. El
hacer una elección correcta tras otra edifica la fortaleza espiritual interior
y el carácter divino. Debemos esperar ser tentados, ya que si no fuera así,
nuestro aprendizaje y el perfeccionamiento de nuestro carácter serían limitados.
Da miedo
saber que los poderes de la maldad seguirán aumentando en el mundo. Eso nos
hace preguntarnos: ¿Que podemos hacer? ¿Hay alguna forma de escapar de las
garras de la maldad? Si, la hay.
A los
miembros de la Iglesia les es posible vencer la tentación de la siguiente
manera: 1. ser obedientes a los principios y las doctrinas del evangelio que
nos guían; 2. seguir el consejo de los profetas y lideres; 3. vivir de forma
tal que el poder del Espíritu Santo ejerza una influencia constante en nuestra
vida.
Capaciten
su mente para que obedezca los principios y convenios del evangelio .
Permanezcan en la ruta de la oración diaria, tanto personal como familiar, en
el camino del estudio de las Escrituras y de las enseñanzas de los profetas, en
el sendero del servicio que se presta a la Iglesia; y estén dispuestos a salir
a diario del camino equivocado y emprender el camino correcto que lleva a la
vida eterna. La protección mas grande que tienen en contra de la tentación es
un testimonio activo y vibrante del Evangelio de Jesucristo, que nos acerca a
nuestro Padre Celestial. El Salvador es el ejemplo mas grande que tenemos de
cómo vencer la tentación: “Sufrió tentaciones pero no hizo caso de ellas” (D. y
C. 20:22).
Mis
hermanos y hermanas, se que esta obra es verdadera. Se que hay profetas en la
tierra hoy día. que Jesús es el Cristo y que Dios vive en los cielos. A medida
que nos acerquemos mas a nuestro Padre Celestial con obediencia y dignidad, El
se acercara mas a nosotros y nos bendecirá, nos perfeccionará y nos protegerá.
En el nombre de Jesucristo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario