viernes, 14 de diciembre de 2012

EL AMOR Y EL SACRIFICIO, UN EJEMPLO DE VIDA

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo  caridad, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviese  profecía, y entendiese todos los  misterios y todo conocimiento, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo caridad, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los  pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve.

La caridad es  sufrida, es  benigna; la caridad no tiene  envidia, la caridad no se jacta,  no se envanece; No  se comporta indebidamente, no busca  lo suyo, no se  irrita, no piensa el mal;
No se regocija en la maldad, sino que se regocija en la  verdad;
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca deja de ser; mas las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y el conocimiento se acabará; porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;  más cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
Ahora vemos por  espejo oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.

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