Tal
vez seas una oveja descarriada o un hijo pródigo, pero Dios sigue amándote y
teniendo esperanzas en ti, por mucho que te hayas alejado.
¡Lo
que Dios planeó para ti no dejará de cumplirse! ¡Eres Su hijo y tarde o
temprano lo comprenderás y volverás a la casa del Padre tan rápido como puedas!
La salvación tirará de ti con más fuerza que el cieno de la pocilga en que
hayas hundido tus pies, y volverás corriendo a casa. Volverás a la fraternidad
de la familia, a la alegría del Espíritu Santo y al alimento, la abundancia y
la calidez del seno del hogar.
¡Nunca
es tarde! ¡Aunque lo hayas perdido todo, tu primogenitura y tu herencia, el
Padre todavía te ama y te recibirá con los brazos abiertos! Te
llevará consigo a Su seno de amor y te dará vestiduras nuevas de justicia, un
hermoso anillo nuevo de oro que será una recompensa incluso inmerecida, y un
banquete de acción de gracias para celebrar que este hijo Suyo era muerto y ha
revivido y vuelto a casa. (Ver Luc.15:11-32) ¿Oyes la voz del Padre que te
llama: «¡Por favor, vuelve a casa!»?
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