El
sufrimiento es un catalizador: es el tiempo que pasas en el tubo de ensayo para
que se vea si ya tienes la gracia necesaria para soportar algo por fe, o si
ello te hace acudir a la gracia y buscar al Señor.
El
sufrimiento siempre logra una de estas tres cosas: purifica, humilla y limpia a
los que somos salvos y nos acerca aún más a Dios; o hace que algunos de los que
no son salvos acudan a Dios, llevándolos al arrepentimiento y la Salvación
cuando claman al Señor en medio de su sufrimiento; o por último, hace que
algunos maldigan aún más a Dios y merezcan Sus juicios con mayor razón.
El
Señor permite que el Enemigo pruebe a las personas; a menudo el Diablo las hace
sufrir con la esperanza de que culpen a Dios de todo y se vuelvan contra Él
(Job 1:6-12). El Enemigo levanta su dedo acusador ante el amor de Dios,
deseando que «maldigan a Dios y mueran», como le aconsejó a Job su mujer. Pero
el Señor quiere que soporten todo con fe y que confíen en Él a pesar de todo,
diciendo, como Job: «¡Aunque Él me matare, en Élesperaré!» (Job 13:15)
¡Señor, haz que nuestras penas y sufrimientos nosmejoren, en lugar de
volvernos resentidos! ¡En el nombre de Jesús, amén!
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