«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve» (Heb.11:1). Esa palabra traducida como «certeza»
en nuestras Biblias es el término «hypostasis» del griego original, una palabra
cuyo significado preciso se desconocía hasta hace unos años, cuando unos
arqueólogos ingleses descubrieron las ruinas calcinadas de una vieja posada en
Palestina. Encontraron allí un cofrecito de hierro con los documentos de valor
de una noble romana que había estado alojada en el mesón cuando éste se
incendió. Por lo visto estaba de viaje visitando sus diversas propiedades de la
zona, porque casi todos los papeles que había en el cofrecito tenían la
inscripción «hypostasis». ¡Eran títulos de propiedad! «¡Es, pues, la fe el
título de propiedad de lo que se espera!» Tal vez aquella mujer jamás había
visto sus posesiones, quizás había comprado los títulos de propiedad en Roma,
¡pero como tenía los documentos de propiedad en su poder sabía que las tierras
eran suyas y podía demostrar que le pertenecían! ¡Si tienes fe, aunque aún no
hayas obtenido la respuesta, tienes el título que te la acredita! ¡Es tuya! Tu
nombre está escrito en él y tarde o temprano la verás. ¡Tienes el título de
propiedad en las manos! ¡Está hecho!
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