No obstante, Alma se esforzó mucho en el
espíritu, implorado a Dios en ferviente oración que derramara su
Espíritu sobre el pueblo que se hallaba en la ciudad; y que también le
concediera bautizarlos para arrepentimiento.
Sin embargo, endurecieron sus corazones,
y le dijeron: He aquí, sabemos que eres Alma; y sabemos que eres sumo sacerdote
de la iglesia que has establecido en muchas partes de la tierra, según vuestra
tradición; pero nosotros no somos de tu iglesia, y no creemos en tan insensatas
tradiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario