Jesucristo es el Salvador del mundo y
el Hijo de Dios. Él es nuestro Redentor. La Santa Biblia nos enseña que la
madre de Jesucristo fue María, que Su padre en la tierra fue José, que nació en
Belén y creció en Nazaret, y que trabajó como carpintero con José. Cuando
cumplió los 30 años, empezó un ministerio de tres años durante los que enseñó,
bendijo y sanó a las personas de la Tierra Santa. Asimismo, organizó Su Iglesia
y dio a Sus apóstoles “poder y autoridad” (Lucas 9:1) para ayudarle en Su obra.
Pero, ¿qué queremos decir cuando declaramos que Él es el Salvador del
mundo? ¿El Redentor? Cada uno de estos títulos señala la verdad de que
Jesucristo es el único camino por el que podemos volver a vivir con nuestro
Padre Celestial. Jesús padeció y fue crucificado por los pecados del mundo,
dando así a cada uno de los hijos de Dios el don del arrepentimiento y del
perdón. Solamente por medio de Su misericordia y su gracia cualquier persona
puede salvarse. Su posterior resurrección preparó el camino para que cada
persona pudiera superar también la muerte física. A estos acontecimientos se
les denomina la Expiación. En pocas palabras, Jesucristo nos salva del pecado y
de la muerte. Por ese motivo es, literalmente, nuestro Salvador y Redentor. En
el futuro, Jesucristo volverá a reinar en la tierra en paz durante mil años.
Jesucristo es el Hijo de Dios y Él será nuestro Señor para siempre.
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