Porque es preciso que haya una oposición en todas las cosas. Pues de otro modo, mi
primer hijo nacido en el desierto, no se podría llevar a efecto la rectitud ni
la iniquidad, ni tampoco la santidad ni la miseria, ni el bien ni el mal. De
modo que todas las cosas necesariamente serían un solo conjunto; por tanto, si
fuese un solo cuerpo, habría de permanecer como muerto, no teniendo ni vida ni
muerte, ni corrupción ni incorrupción, ni felicidad ni miseria, ni sensibilidad
ni insensibilidad.
Por lo tanto, tendría que haber sido creado en vano;
de modo que no habría habido ningún objeto en su creación. Esto, pues, habría destruido la
sabiduría de Dios y sus eternos designios, y también el poder, y la
misericordia, y la justicia de Dios.
Y si decís que no hay ley, decís también que no hay pecado. Si decís que
no hay pecado, decís también que no hay rectitud. Y si no hay rectitud, no hay
felicidad. Y si no hay rectitud ni felicidad, tampoco hay castigo ni miseria. Y
si estas cosas no existen, Dios no existe. Y si no hay Dios, nosotros no existimos, ni la
tierra; porque no habría habido creación de cosas, ni para actuar ni para que
se actúe sobre ellas; por consiguiente, todo se habría desvanecido.