El
Señor te ha dado la mejor computadora que se haya construido jamás: tu mente;
¡pero es asunto tuyo cómo la programes! De algo tiene que llenarse, sea bueno o
sea malo, y tus reflejos están condicionados mentalmente para reaccionar de
manera determinada según lo que hayas aprendido o experimentado. ¡Por eso es
que difícilmente puede haber algo más importante que aprender de memoria la Palabra
de Dios!
¡Dios
mismo es como un gigantesco Centro de Datos, pudiéndose uno conectar a Él y
recibir mediante Su poder y Su Espíritu toda la información, toda la sabiduría
y las soluciones que necesite! ¡Si uno lee, estudia y memoriza Su Palabra con
fidelidad, Él la desplegará por medio de Su Espíritu cuando haga falta! ¡La
hará aparecer en tu pequeña computadora en cuanto hagas la conexión debida
dentro de tu programación!
Una
vez que has llenado tu corazón y tu mente con la Palabra de Dios, no tienes más
que convertirte en un instrumento obediente y el Señor podrá ponerse frente al
tablero y operar las teclas para obtener de ti toda la información que quiera,
¡puesto que ya tendrás almacenados en tu cabeza todos los datos necesarios,
según la propia programación que le hayas dado a tu mente!
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