Cuando se reúnan para adorar, todas las personas deben dejar atrás sus
preocupaciones mundanales; entonces su mente estará en condición de adorar al
Señor, dirigirse a Él en el nombre de Jesús y obtener Su Santo Espíritu a fin
de que puedan comprender las cosas como son en la eternidad y cómo apreciar las
providencias de nuestro Dios. Éste es momento para despejar la mente de modo
que puedan percibir las cosas invisibles de Dios que Él revela por medio de Su
Espíritu (DBY, 167).
Toda persona debe permanecer en silencio cuando nos reunimos aquí para
adorar a Dios. Recuérdenlo y traten de mantenerse callados y no murmuren, no
hablen ni restrieguen los pies (DBY, 167–168).
Cuando a los fines de reunirnos para adorar a nuestro Dios abandonamos
nuestros sembrados, puedo asegurarles que nuestras cosechas serán mucho mejores
que si fuésemos a pasar todo nuestro tiempo en nuestros campos. Podemos irrigar
y sembrar y afanarnos, pero nunca debemos olvidar que es Dios quien da el
crecimiento, y cuando nos congregamos juntos nuestra salud y nuestros espíritus
serán mejores, luciremos mejor y las cosas de este mundo aumentarán a nuestro
derredor, y sabremos cómo disfrutarlas más (DBY, 167).
Debemos observar [el día de reposo] por nuestro propio bien temporal y
nuestro bienestar espiritual. Cuando vemos a un agricultor que se apresura a
cuidar su cosecha, recoger el heno, construir cercos o recoger su ganado en el
día de reposo, personalmente, yo considero que es un hombre débil en cuanto a
su fe. Él ha perdido, en mayor o menor grado, el espíritu de su religión. Para
trabajar, seis días son suficientes [véase Éxodo 20:9–11], y si queremos jugar,
juguemos dentro de esos seis días; si deseamos salir en una excursión, tomemos
uno de esos seis días, pero en el séptimo día, vayamos al lugar de adoración (DBY, 165).
En vez de permitir que nuestras labores ocupen el día de reposo,
…debemos trabajar lo menos posible; si es necesario que cocinemos una comida,
hagámoslo; pero si aun esto pudiésemos evitar, sería mucho mejor. En cuanto a
la observancia del día de reposo de conformidad con la ley de Moisés, realmente
no lo hago, porque sería casi imposible para mí. Sin embargo, bajo el nuevo
convenio, no debemos olvidarnos de conservar sagrado un día de la semana para
el descanso, en conmemoración del descanso del Señor y el descanso de los
santos; asimismo, para nuestra conveniencia temporal, porque ha sido instituido
para el expreso propósito de beneficiar al hombre. En este libro (la Biblia) se
ha escrito que el día de reposo fue hecho por causa del hombre. Es una
bendición para él. En ese día debe trabajarse lo menos posible; debe apartarse
como un día de reposo, para congregarnos en el lugar indicado de acuerdo con la
revelación [véase D. y C. 59:10–12], para confesar nuestros pecados, traer nuestros
diezmos y ofrendas, y presentarnos ante el Señor (DBY, 164).
No olvidemos, hermanos míos, que aquellos que se van a patinar, a andar
en coche o salen en excursiones en el día de reposo, y hay muchos que practican
estas cosas, son débiles en su fe. En forma gradual, poco a poco y paso a paso,
el espíritu de su religión va desagotándose de su corazón y de sus afectos y,
con el tiempo, empiezan a encontrar defectos en otros, en las doctrinas de la
Iglesia, en su organización, y terminan por abandonar el Reino de Dios y se
destrozan a sí mismos. En verdad quiero que no se olviden de esto y que se lo
digan a sus vecinos (DBY, 165).
No importa que seamos pobres o ricos, si nos despreocupamos de nuestras
oraciones y de nuestras reuniones sacramentales, descuidaremos el Espíritu del
Señor y nos acometerá un espíritu de tinieblas (DBY, 170).
Tenemos la necesidad de congregarnos aquí todos los días de reposo y, en
reuniones de barrio, …enseñar, hablar, orar, cantar y exhortar. ¿Para qué? Para
continuar recordando a nuestro Dios y nuestra sagrada religión. ¿Es necesaria
esta costumbre? Sí, porque somos tan propensos a olvidar, tan expuestos a
extraviarnos, que es menester que el Evangelio se nos repita una, dos o tres
veces por semana, no sea que nos volvamos a las cosas del mundo (DBY, 165).
El Señor nos ha dotado de un atributo divino; y ese inmortal espíritu
divino requiere que se le alimente. ¿Es el alimento material la respuesta para
ello? No; sólo conservará con vida este cuerpo mientras el espíritu permanezca
en él, lo cual nos brinda la oportunidad para hacer el bien. Ese atributo
divino que poseemos necesita el alimento de la Fuente de donde provino. No es
de la tierra, terrenal, sino del cielo. Los principios de vida eterna, de Dios
y de santidad son los únicos que alimentarán la aptitud inmortal del hombre y
le otorgarán verdadera satisfacción (DBY, 165).
Es una insensatez venir a este Tabernáculo para adorar y cumplir con la
voluntad de Dios un solo día por semana y acceder a nuestras propias
inclinaciones y hacer lo que nos plazca en todo otro momento; de nada aprovecha
y es una burla en cuanto a servir a Dios. Debemos hacer la voluntad de Dios y
dedicar todo nuestro tiempo a la realización de Sus propósitos, ya sea en este
Tabernáculo o en cualquier otro lado (DBY, 166).
Debemos dedicar los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábados
a la gloria de Dios tanto como los domingos, o fracasaremos en lograr nuestro
objetivo [véase D. y C. 59:11] (DBY, 166).
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