Porque un niño nos
es nacido, un hijo nos es dado; y sobre sus hombros estará el principado; y
se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte,
Padre Eterno,
Príncipe de Paz.
Del aumento de su dominio y
paz no habrá fin,
sobre el trono de David y sobre su reino, a fin de disponerlo y confirmarlo con
juicio y con justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los
Ejércitos hará esto.
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