En la
Biblia abundan los casos de hombres pacientes: ¡Job, Moisés, o David! ¡Job lo
perdió todo! La familia, la fortuna, y al final, la salud, ¡todo! Pero no
dejó de creer y de obedecer, diciendo: «Aunque Él me matare, ¡en Él
esperaré!» (Job.13:15) ¡Aguantó, dispuesto a no rendirse! «¡La paciencia de
Job!» (Stg.5:11) ¡Un ejemplo aleccionador para las generaciones venideras!
Cuando
Moisés se precipitó a liberar a los hijos de Israel mató a un egipcio y tuvo
que escapar solo, únicamente para salvar su vida. Pero tras 40 añosde
paciencia y humildad, apacentando ovejas en el desierto, con tiempo para
escuchar la voz de Dios en vez de sus propios impulsos, estuvo por fin preparado
para la labor lenta, laboriosa y paciente del Éxodo. ¡De forma lenta, pero
segura!
David
se pasó 17 años a las órdenes del rey Saúl, ¡y el Señor le
ayudó a aprender muchas cosas observando a Saúl! Éste, presa de sus arrebatos,
trató de hacer las cosas apoyado en sus propias fuerzas, ¡pero
acabó por darse cuenta de que no eran suficientes! ¡David aprendió que hay que
dejar que Dios lo haga todo! ¡Y esperarle!
La
paciencia es una de las cosas que con más frecuencia trata Dios de enseñarnos a
todos. Así pues, «¡tenga la paciencia su obra completa, para que seáis
perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna!» (Stg.1:4)
MACB
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