¡El Señor quiere que alcances la estatura de un
cristiano adulto y maduro! Cuando nos salvamos y nacemos de nuevo,
espiritualmente somos como niños, ¡y los niños tienen que comer y ejercitarse
cada día para crecer un poco más! Pero muchos cristianos dejan de crecer a
temprana edad y nunca llegan a grandes, ¡nunca maduran! Creen que ya
aprendieron tanto que no tienen nada más que aprender, ¡y por eso nunca se
convierten en cristianos maduros, tal como el Señor quiere que sea cada uno de
nosotros! ¡Verdaderos soldados capaces de afrontar grandes responsabilidades y
de hacer sacrificios! La Palabra de Dios dice que hasta Jesús «por lo que
padeció aprendió la obediencia» y que «crecía en sabiduría y estatura, y en
gracia para con Dios y los hombres» (Heb.5:8; Luc.2:52). Cada día aprendemos a
obedecer en algo nuevo. Y si bien algunas cosas se ponen más difíciles, otras
se vuelven más fáciles... ¡como al crecer! ¡De eso se trata todo! La madurez
espiritual no depende de los años ni del tiempo, sino de tu relación con el
Señor y Su Palabra, y de tu obediencia y humildad. ¡Un niño se convierte en
adulto cuando aprende a sacrificarse por los demás, a compartirlo todo con
otros y a ayudarles! ¡A los ojos del Señor, esa es la madurez!
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