Así es
Dios: ¡le encanta dar más que tú, y nunca dejará que des más
que Él! ¡Cuanto más des, más te devolverá! Pero si no quieres dar lo
que se te ha dado, es probable que Dios te lo quite. ¡Si no
das para Dios voluntariamente, cuando estás en condiciones de
hacerlo, es posible que Dios te cobre y pierdas mucho más de
lo que hubieses dado!
Como
ese caso que figura en la Biblia, del rico que obtuvo una cosecha enorme y
tenía muchos bienes, y en vez de compartirlos con los demás,
resolvió edificar graneros más grandes para acumular más para sí (Lucas
12). Su pecado no era la gran cosecha que Dios le había dado. El mayor problema
era su egoísmo, la avaricia de su alma. Y todo lo que no quiso compartir con
los demás, tampoco pudo llevárselo con Él. ¡Lo perdió todo! Así es como obra
Dios; ése es el egoísmo y sus consecuencias. ¡Pero si estás dispuesto a dar,
Dios te recompensará, te lo devolverá con creces y te bendecirá tanto que
rebosarás de bienes! ¡Lo ha prometido! (Mal.3:10)
¿Tú qué
haces? ¿Acumulas? ¿O repartes? «¡Con la misma medida con que medís, os volverán
a medir!» (Luc.6:38)
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