Así
como en este instante el aire está poblado de ondas radiales invisibles al ojo,
también el Espíritu de Dios siempre está presente, esperando que hagas contacto
con él. Y de manera muy similar a cualquier aparatito receptor a transistores,
has sido diseñado por tu Creador para recibir determinadas señales. La potencia
de Dios siempre está activa. El mensaje siempre está presente. ¡Pero a fin de
recibirlo debes encenderte y entrar en Su frecuencia!
¡En
comparación con la extraordinaria potencia y la complejidad operativa de la
estación de transmisión, tú como operador o receptor no necesitas mayor poder y
apenas un mínimo de capacidad! La oración es la mano de la fe que gira el
interruptor y pone en marcha el poquito de potencia que tú tienes. ¡Luego la mano
de la esperanza busca con ansiedad la frecuencia de la emisión de Dios, y de
súbito Su gigantesca emisora irrumpe atronadoramente con un volumen y un poder
tremendos! ¡Y el mensaje surge con limpidez y claridad!
¿Tienes
tu receptor espiritual encendido y en una posición de captación permanente,
sintonizado con Su frecuencia? ¡De ser así, estarás en buena comunicación
espiritual con Él, recibiendo constantemente Sus ondas y escucharás sin cesar
Su voz hablándote al corazón!
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