Alégrate
si eres inteligente y aprendes con facilidad, agradece a Dios por ese talento,
pero se humilde, no te vanaglories ni mires con menosprecio a los débiles,
retardados y sencillos, nunca te creas superior a los demás, se humilde.
Tampoco confundas la humildad con la hipócrita bobería de los incapaces que
caminan cabizbajos, con cara de tontos y las garras escondidas. Aquellos que
hablan entre dientes, que no levantan la mirada, se sienten indignos, caminan
compungidos, no ríen ni se comprometen con nada porque se creen humildes,
esos son payasos, hojarascas podridas que el viento arrastra a su antojo, esas
caricaturas humanas son cobardes que se esconden en las sombras de la
apariencia para no enfrentar la vida con la hidalguía de los guerreros.
Los
humildes no fingen, conocen las fronteras de sus limitaciones, aceptan los
errores y no esconden los fracasos ni los miedos, saben que la arcilla es
frágil y muchas veces no resiste la crueldad de las tormentas; pero no se
escudan en las dificultades para evadir la responsabilidad, enfrentan con
valentía las equivocaciones y se esfuerzan para superar sus problemas; les
resulta difícil caminar, sin embargo, no duermen frustrados porque avanzan con
pasos lentos pero firmes.
Los
auténticos humildes aman sus talentos, reconocen sus aptitudes
prodigiosas, gozan con la genialidad de sus mentes creativas y tocan el cielo
con sus manos; a nadie ocultan sus virtudes, pero no son presumidos ni
prepotentes, nunca humillan ni se burlan de los menos favorecidos. Los humildes
están convencidos que los talentos no se entierran, se les hace producir, son
instrumentos al servicio de la humanidad, especialmente de los más pobres y
sencillos, los marginados y los olvidados de esta sociedad caduca. Con
respeto y dignidad defienden sus derechos, denuncian la injusticia y no se
dejan aplastar por los bramidos ni los puñetazos de las fieras.
Los
humildes tienen el coraje de superarse cada día, se levantan de sus
caídas, tienden la mano a los necesitados,son guerreros de la verdad, apóstoles
de la justicia y labriegos de la paz.
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