Es en las épocas especialmente difíciles cuando más debes refugiarte en la
Palabra. Debes depositar tu confianza en la Palabra. ¡Aunque todos los demás se
den por vencidos; aunque el resto de la gente se hunda en la confusión; y aun
si pasaran el cielo y la tierra por completo, si tu confianza permanece en la
Palabra, podrás seguir adelante, sirviendo a Dios! ¡Si te apoyas en el cimiento
firme de la Palabra de Dios, seguirás en pie, pase lo que pase! Yo puedo
fallar, o tú, y hasta el mundo entero, ¡pero la Palabra de Dios no falla nunca!
Cuando reine la confusión y todo parezca sumido en el caos y la adversidad,
busca amparo en la Palabra.
Muchas veces, si no fuera por esa chispita de fe que queda al final, te apagarías del todo. Pero al recuperar la fe es como si Dios soplara sobre el rescoldo, reavivándola. Ello depende, en gran medida, de escuchar la Palabra. «¡La fe viene de oír la Palabra de Dios!» (Rom. 10:17) La Palabra de Dios siempre nos consuela, y la voz de Su Espíritu nos sirve de aliento en los momentos de mayor dificultad, cuando todo parece salir mal y uno se encuentra en peligro, con problemas o angustiado.
¿Verdad que es hermoso saber que podemos acudir a la Palabra de Dios en busca de aliento? ¡Gracias a Dios por el consuelo de Su Palabra!
Muchas veces, si no fuera por esa chispita de fe que queda al final, te apagarías del todo. Pero al recuperar la fe es como si Dios soplara sobre el rescoldo, reavivándola. Ello depende, en gran medida, de escuchar la Palabra. «¡La fe viene de oír la Palabra de Dios!» (Rom. 10:17) La Palabra de Dios siempre nos consuela, y la voz de Su Espíritu nos sirve de aliento en los momentos de mayor dificultad, cuando todo parece salir mal y uno se encuentra en peligro, con problemas o angustiado.
¿Verdad que es hermoso saber que podemos acudir a la Palabra de Dios en busca de aliento? ¡Gracias a Dios por el consuelo de Su Palabra!
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