Hay
veces en que Dios nos hace pasar justo por lo que no queremos, porque nuestra
renuencia es fruto de nuestro orgullo. ¡Él hace ciertas cosas para humillarnos,
y a veces las repite para ver si seguimos siendo humildes! Ello
representa una gran prueba para nosotros, y muchas veces el resultado es la
murmuración. La gente se resiente contra Dios: «¡No me quiere, porque no hace
lo que le pido!»
¡Una
pequeña «raíz de amargura» como ésa puede crecer y crecer hasta convertirse
rápidamente en un árbol bastante grande! Es por ello que Su Palabra nos
advierte que vigilemos, «no sea que brotando alguna raíz de amargura, os
estorbe, y por ella muchos sean contaminados» (Heb.12:15). ¡Es una seria
advertencia acerca de las nefastas consecuencias de la amargura, una raíz muy
venenosa que puede contaminar todo tu espíritu! ¡Pero a veces nos parece que no
podemos soportar determinada situación, y que para poder hacerlo debemos
endurecer el corazón! ¡Sin embargo, esa no es la solución! Antes bien, «¡echa
sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará!»
(Sal.55:22)
Así
pues, Señor, ayúdanos a aprender lo que necesitamos y que ello nos mejore, en
lugar de provocarnos amargura. Ayúdanos a darte gracias a
pesar de nuestros padecimientos. Manténnos humildes y quebrantados, y apoyados
en Ti
MAC
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