sábado, 17 de noviembre de 2012

GUÍA DIVINA



¿Recuerda cómo nuestros padres nos pusieron reglas cuando éramos niños? Reglas como no jugar en la calle ni jugar con fósforos. ¿Recuerda cómo a veces las reglas parecían como una carga, como que nuestros padres las hubieran inventado para evitar que nosotros hiciéramos las cosas que en verdad deseábamos hacer, las cosas que pensábamos que nos harían felices? A medida que crecemos, aprendemos la importancia de estas reglas, la forma en que podríamos haber resultado seriamente heridos o incluso haber muerto si no las hubiéramos obedecido.
Al igual que nuestros padres mientras crecíamos, Dios nos da mandamientos para ayudarnos a permanecer centrados en lo que es más importante y cómo mantenernos a salvo. Toda esta guía tiene el propósito de mantenernos a salvo, de ayudarnos a estar más cerca de Él y, finalmente, darnos más libertad y felicidad.
La palabra “mandamiento” podría hacernos pensar en los Diez Mandamientos, una lista de “No dirás ni harás”. Dios no sólo nos dice lo que no debemos hacer, sino también lo que debemos hacer. Su mayor esperanza es nuestra felicidad eterna, para que podamos estar seguros de que Sus mandamientos no son reglas restrictivas, sino que son la guía divina destinada a protegernos del mal y las que nos conducen a mejores formas de vida.

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