viernes, 2 de noviembre de 2012

CUANDO VINE, NO HUBO NADIE

, porque esto dice el Señor: ¿Te he repudiado yo, o te he echado de mi lado para siempre? Pues así dice el Señor: ¿Dónde está la carta de divorcio de tu madre? ¿A quién te he abandonado, o a cuál de mis acreedores te he vendido? Sí, ¿a quién te he vendido? He aquí, por vuestras maldades os habéis  vendido, y por vuestras iniquidades es repudiada vuestra madre.

Por tanto, cuando vine, no hubo nadie; cuando  llamé, nadie respondió. Oh casa de Israel, ¿se ha acortado mi mano para no redimir?, o ¿no hay en mí poder para librar? He aquí, con mi reprensión hago secar el  mar; vuelvo sus  ríos en desiertos, sus  peces hieden porque las aguas se han secado, y mueren de sed.
Visto de  obscuridad los cielos, y de  cilicio hago su cubierta.
El Señor Dios me dio  lengua de sabios para saber hablarte en sazón, oh casa de Israel. Cuando estás cansada, él vela de aurora a aurora; él abre mi oído para que oiga como los sabios.
El Señor Dios me abrió el  oído, y no fui rebelde ni me torné atrás.

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