martes, 20 de marzo de 2012

CÓMO AYUDAR A LOS NIÑOS A AMAR EL LIBRO DE MORMÓN


                    N U E S  T  R O   H O  G  A  R  , 
  N U E S  T  R  A   F A  M  I  L I  A

Estas herramientas nos fueron útiles para enseñar a nuestros hijos al utilizar el Libro de Mormón.

Cuando mi esposa y yo criábamos a nuestros cinco hijos, teníamos el profundo deseo de inculcar en ellos el amor por el Libro de Mormón. Al igual que los carpinteros, nos dimos cuenta de que una variedad de herramientas no sólo sería útil, sino también esencial, para enseñar a nuestros hijos a amar las Escrituras. También nos dimos cuenta de que una cosa era disponer de las herramientas o técnicas para enseñar a nuestros hijos, y otra era saber cómo usarlas. Además, sabíamos que teníamos que aprender a enseñar a nuestros hijos a aplicar el Libro de Mormón a sus vidas y a reconocer la relevancia que tiene en el mundo en el que viven. Nuestra capacidad de utilizar varios métodos para enseñar a nuestros hijos dependía primeramente y ante todo de nuestro entendimiento personal de las Escrituras, de nuestro testimonio de su veracidad y de nuestro entusiasmo por ellas. 


Enseñar a los niños más pequeños Debido a que el lenguaje de las Escrituras es un tanto fuera de lo común y que el vocabulario de los niños es limitado, el enseñarles a amar el Libro de Mormón puede presentar ciertas dificultades. Cuando nuestros hijos eran pequeños, podían mantener la atención por poco tiempo, por lo que nuestro estudio de las Escrituras también era breve. Para el estudio familiar solíamos utilizar los libros ilustrados de las Escrituras. A fin de reforzar los principios que nuestros hijos leían y aprendían en el estudio de las Escrituras, con frecuencia yo utilizaba historias de las Escrituras como cuentos para que se fueran a dormir. Años más tarde, mi hija comentó la gran ayuda que eso significó; dijo: “Creo que los relatos que nos contaron una y otra vez llegaron a ser nuestros favoritos. 
Ustedes se sentaban a un lado de nuestra cama y compartían los relatos de las Escrituras; a nosotros nos encantaban y queríamos oírlos una y otra vez porque, aun a esa tierna edad, sentíamos el espíritu del mensaje que transmitían y sabíamos que las personas de las que nos hablaban eran valientes y fieles. Queríamos ser como ellos”. Adaptar las lecciones a las necesidades de nuestra familia Naturalmente, a medida que nuestros hijos fueron creciendo, leíamos directamente del Libro de Mormón y de otros libros canónicos. Tratábamos con diligencia de leer las Escrituras todas las mañanas, a pesar de que algunos de los niños estaban envueltos en sus frazadas con los ojos casi cerrados. Sin embargo, ahora dicen que sí escuchaban, recordaban y estaban plantando semillas para el futuro. También hacíamos hincapié en pasajes de las Escrituras durante la noche de hogar. Por ejemplo, a veces incluíamos actividades tales como charadas: un miembro dela familia representaba una historia de las Escrituras y los demás trataban de adivinar cuál era. A los niños también les gustaba jugar “¿Quién soy?”, un juego en el que les dábamos una serie de pistas hasta que adivinaran a la persona del Libro de Mormón que estábamos describiendo. Cuando eran un poco mayores, nuestros hijos participaban en la preparación y presentación de las lecciones. Al adaptar nuestras noches de hogar a las necesidades de nuestra familia de ese momento,

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