He aquí, él cambió
sus corazones; sí, los despertó de un profundo sueño, y despertaron en cuanto a
Dios. He aquí, se hallaban en medio de la obscuridad; no obstante, la luz de la
sempiterna palabra iluminó sus almas; sí, los tenían ceñidos las ligaduras de la muerte
y las cadenas del infierno,
y los esperaba una eterna destrucción.
Y os pregunto ahora,
hermanos míos: ¿Fueron destruidos? He aquí, os digo que no; no lo fueron.
Y os pregunto
también: ¿Fueron quebrantadas las ligaduras de la muerte, y desatadas las
cadenas del infierno que los tenían atados? Os digo que sí; fueron desatadas, y
sus almas se ensancharon, y cantaron del amor que redime. Y os digo que son
salvos.
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