N U E S T R
O H O
G A R
,
N U E S T
R A F A
M I L I A
Estas herramientas nos
fueron útiles para enseñar a nuestros hijos al utilizar el Libro de Mormón.
Cuando mi esposa y yo
criábamos a nuestros cinco hijos, teníamos el profundo deseo de inculcar en
ellos el amor por el Libro de Mormón. Al igual que los carpinteros, nos dimos
cuenta de que una variedad de herramientas no sólo sería útil, sino también esencial,
para enseñar a nuestros hijos a amar las Escrituras. También nos dimos cuenta
de que una cosa era disponer de las herramientas o técnicas para enseñar a
nuestros hijos, y otra era saber cómo usarlas. Además, sabíamos que teníamos
que aprender a enseñar a nuestros hijos a aplicar el Libro de Mormón a sus
vidas y a reconocer la relevancia que tiene en el mundo en el que viven.
Nuestra capacidad de utilizar varios métodos para enseñar a nuestros hijos
dependía primeramente y ante todo de nuestro entendimiento personal de las Escrituras,
de nuestro testimonio de su veracidad y de nuestro entusiasmo por ellas.
Enseñar
a los niños más pequeños Debido a que el lenguaje de las Escrituras es un tanto
fuera de lo común y que el vocabulario de los niños es limitado, el enseñarles
a amar el Libro de Mormón puede presentar ciertas dificultades. Cuando nuestros
hijos eran pequeños, podían mantener la atención por poco tiempo, por lo que
nuestro estudio de las Escrituras también era breve. Para el estudio familiar
solíamos utilizar los libros ilustrados de las Escrituras. A fin de reforzar
los principios que nuestros hijos leían y aprendían en el estudio de las
Escrituras, con frecuencia yo utilizaba historias de las Escrituras como
cuentos para que se fueran a dormir. Años más tarde, mi hija comentó la gran
ayuda que eso significó; dijo: “Creo que los relatos que nos contaron una y
otra vez llegaron a ser nuestros favoritos.
Ustedes se sentaban a un lado de
nuestra cama y compartían los relatos de las Escrituras; a nosotros nos
encantaban y queríamos oírlos una y otra vez porque, aun a esa tierna edad,
sentíamos el espíritu del mensaje que transmitían y sabíamos que las personas
de las que nos hablaban eran valientes y fieles. Queríamos ser como ellos”. Adaptar
las lecciones a las necesidades de nuestra familia Naturalmente, a medida que
nuestros hijos fueron creciendo, leíamos directamente del Libro de Mormón y de
otros libros canónicos. Tratábamos con diligencia de leer las Escrituras todas
las mañanas, a pesar de que algunos de los niños estaban envueltos en sus
frazadas con los ojos casi cerrados. Sin embargo, ahora dicen que sí
escuchaban, recordaban y estaban plantando semillas para el futuro. También
hacíamos hincapié en pasajes de las Escrituras durante la noche de hogar. Por
ejemplo, a veces incluíamos actividades tales como charadas: un miembro dela
familia representaba una historia de las Escrituras y los demás trataban de adivinar
cuál era. A los niños también les gustaba jugar “¿Quién soy?”, un juego en el
que les dábamos una serie de pistas hasta que adivinaran a la persona del Libro
de Mormón que estábamos describiendo. Cuando eran un poco mayores, nuestros
hijos participaban en la preparación y presentación de las lecciones. Al
adaptar nuestras noches de hogar a las necesidades de nuestra familia de ese
momento,
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