miércoles, 5 de diciembre de 2012

LOS LAMANITAS, VUESTROS HERMANOS.

He aquí que los lamanitas, vuestros hermanos, a quienes aborrecéis por su inmundicia y la maldición que les ha venido sobre la piel, son más justos que vosotros; porque no han  olvidado el mandamiento del Señor que fue dado a nuestro padre, de no tener sino una esposa y ninguna concubina, y que no se cometieran fornicaciones entre ellos.
Y se esfuerzan por guardar este mandamiento; por tanto, a causa de esta observancia en cumplir con este mandamiento, el Señor Dios no los destruirá, sino que será  misericordioso para con ellos, y algún día llegarán a ser un pueblo bendito.

He aquí, sus maridos  aman a sus esposas, y sus esposas aman a sus maridos, y sus esposos y esposas aman a sus hijos; y su incredulidad y su odio contra vosotros se deben a la iniquidad de sus padres; por tanto, ¿cuánto mejores sois vosotros que ellos a la vista de vuestro gran Creador?
¡Oh hermanos míos, temo que a no ser que os arrepintáis de vuestros pecados, su piel será más blanca que vuestra piel, cuando seáis llevados con ellos ante el trono de Dios!
Por tanto, os doy un mandamiento, el cual es la palabra de Dios, que no los injuriéis más a causa del color obscuro de su piel, ni tampoco debéis ultrajarlos por su inmundicia; antes bien, debéis recordar vuestra propia inmundicia y recordar que la de ellos vino por causa de sus padres.
 Por tanto, debéis recordar a vuestros  hijos, cómo habéis afligido sus corazones a causa del ejemplo que les habéis dado; y recordad también que por motivo de vuestra inmundicia podéis llevar a vuestros hijos a la destrucción, y sus pecados serán acumulados sobre vuestra cabeza en el postrer día.

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