jueves, 13 de diciembre de 2012

LA TRIBULACIÓN PRODUCE PACIENCIA.


Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las  tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce  paciencia;  y la paciencia,  aprueba; y la prueba, esperanza; y la  esperanza no avergüenza, porque el  amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Difícilmente alguien muere por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios demuestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún a pecadores, Cristo murió por nosotros. Mucho más ahora, habiendo sido justificados por su a sangre, por medio de él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos a reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando ya reconciliados, seremos  salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio del Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la a reconciliación.
Por consiguiente, como el a pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la  muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos  pecaron. Porque aun antes de la ley había pecado en el mundo; pero el pecado no se tiene en cuenta cuando no hay  ley. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, a

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