lunes, 16 de julio de 2012

¡NUESTRO ESPÍRITU ES CONTAGIOSO!



Los que nos rodean siempre participan y reciben la influencia de nuestro espíritu y actitud. Si nos mostramos apacibles, confiados, pacientes y reposados, rebosantes de fe, ellos reaccionarán de igual manera. ¡Por eso es tan importante mantenerse en lo positivo, y nunca en lo negativo! ¡Hablemos de lo bueno! (Fil.4:8) ¡Seamos alentadores, amorosos, fieles y joviales! ¡El amor engendra amor! Es maravilloso el efecto que puede tener una sonrisita, lo que logra un poco de amor, aun sin pronunciar palabra. ¡Un poco de amor verdadero llega muy, muy lejos! ¡Todos influimos en los demás! ¡Una persona que viva amorosamente animará a las demás a hacer lo mismo! Si expresas amor, alguien se contagiará del mismo espíritu. ¡Es algo muy pegadizo; el amor de Cristo en acción! Y se transmite de corazón a corazón. ¡Por eso, que Dios nos ayude a tener cuidado con el efecto que causamos! ¡Si pasamos suficiente tiempo con Dios, como le pasó a Moisés, un poquito de Dios también se nos pegará a nosotros y andaremos contentos y con la cara resplandeciente por la alegría y el Espíritu del Señor! (Ver Éxo.34:29-34; Núm.6:25,26) Esa es la clave: ¡es el Espíritu del Señor! ¡Y si resplandecemos con suficiente amor, los demás lo reflejarán!



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