¡Todo lo
que hagamos de palabra o de hecho, debemos hacerlo para la gloria de Dios!
(1Cor.10:31) ¡Y como Dios es amor, todo debemos hacerlo para la gloria del
amor! ¡En el Reino de amor de Dios no hay otra ley que el amor! Actualmente
Dios sólo nos juzga según si mostramos o no mostramos amor, si amamos o si
odiamos, si lo que hacemos es por amor o por egoísmo y falta de amor. ¡Todo lo
que se haga con el amor de Dios está bien! La antigua ley de Moisés expuso en
detalle cómo y qué debíamos hacer si amábamos a los demás y queríamos actuar
con amor. Nos enseñó que ciertas cosas no se deben hacer y otras sí. Pero una
vez que somos salvos, una vez que hemos recibido el Amor en sí, ya no
necesitamos la antigua ley porque sencillamente no querremos hacer lo que no
debemos; y lo que debemos, lo haremos voluntariamente (Mat.22:37-40; Gál.5:18).
Si toda acción tuya, todo pensamiento, toda palabra, toda obra va guiada por el
amor, motivada o impulsada por el amor, te será imposible hacer nada malo, pues
«todas las cosas son puras para los puros» (Tito 1:15). ¡Ahora todo es amor:
Dios es amor, Su ley es amor, nuestra fe y lo que practicamos es amor, todo es
amor! Qué maravillosa religión, ¿verdad? ¡Que siempre se nos reconozca por
nuestro amor!
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