Sin embargo, a pesar de la gran bondad del Señor al mostrarme sus grandes y maravillosas obras, mi corazón exclama: ¡Oh, miserable hombre que soy! Sí, mi corazón se entristece a causa de mi carne. Mi alma se aflige a causa de mis iniquidades.
Me veo circundado a causa de las tentaciones y pecados que tan fácilmente me asedian.
Y cuando deseo regocijarme, mi corazón gime a causa de mis pecados; no obstante, sé en quién he confiado.
Mi Dios ha sido mi apoyo; él me ha guiado por entre mis aflicciones en el desierto; y me ha preservado sobre las aguas del gran mar.
Me ha llenado con su amor hasta consumir mi carne.
Ha confundido a mis enemigos hasta hacerlos temblar delante de mí.
He aquí, él ha oído mi clamor durante el día, y me ha dado conocimiento en visiones durante la noche.
Y de día se ha fortalecido mi confianza en ferviente oración ante él; sí, he elevado mi voz a las alturas; y descendieron ángeles y me ministraron.
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