miércoles, 12 de septiembre de 2012

LAS BENDICIONES DE DIOS.


 Y ahora os pregunto: ¿Qué bendiciones grandes nos ha concedido? ¿Podéis decirlo?
 He aquí, respondo por vosotros; porque nuestros hermanos los laminitas se hallaban en la obscuridad, sí, aun en el más tenebroso abismo; mas he aquí, a ¡cuántos de ellos han sido guiados a ver la maravillosa luz de Dios! Y ésta es la bendición que se ha conferido sobre nosotros, que hemos sido hechos instrumentos en las manos de Dios para realizar esta gran obra.
He aquí, miles de ellos se regocijan, y han sido traídos al redil de Dios.
He aquí, el acampo estaba maduro, y benditos sois vosotros, porque metisteis la hoz y segasteis con vuestra fuerza; sí, trabajasteis todo el día; ¡y he aquí el número de vuestras gavillas! Y serán recogidas en los graneros para que no se desperdicien.
Sí, las tormentas no las abatirán en el postrer día; sí, ni serán perturbadas por los torbellinos; más cuando venga la tempestad, serán reunidas en su lugar para que la tempestad no penetre hasta donde estén; sí, ni serán impelidas por los fuertes vientos a donde el enemigo quiera llevarlas.
Mas he aquí, se hallan en manos del Señor de la cosecha, y son suyas, y las levantará en el postrer día.
¡Bendito sea el nombre de nuestro Dios! ¡Cantémosle loor; sí, demos gracias a su santo nombre, porque él obra rectitud para siempre!

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