miércoles, 23 de mayo de 2012

¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE JACTARSE DE NUESTRA PROPIA FUERZA Y SABIDURÍA, Y JACTARSE DEL SEÑOR COMO LO HIZO AMMÓN?

Aunque Aarón reprendió a Ammón porque temió que este se dejara arrastrar hacia una jactancia vacía, Ammón no se retractó de su alegría por el éxito de sus labores misionales. Pero si se apresuró a señalar que en su propia fuerza y sabiduría era débil, pero que en la fuerza del Señor podía efectuar todas las cosas, aun poderosos milagros. No tomó para sí gloria alguna, sino que solamente vio la mano del Señor en su éxito.
Del mismo modo, los misioneros hoy día tienen la necesidad de distinguir entre lo que ellos mismos hacen y lo que han podido hacer gracias a las bendiciones del Señor. La persona que se vanagloria en su Dios adjudica toda la gloria a Su santo nombre.
"No tenemos ocasión de envanecernos en el orgullo de nuestro corazón en relación a la posición que ocupamos. Si el Presidente de la Iglesia o cualquiera de sus consejeros, o los apóstoles, o cualquier otra persona siente en su corazón que Dios no puede actuar sin ella, y que es especialmente importante para que se pueda efectuar la obra del Señor, esta parado en terreno resbaladizo. Oí una vez que José Smith relató que Oliverio Cowdery, quien fue el segundo apóstol de esta Iglesia, le había dicho: 'Si yo abandono esta Iglesia, se derrumbará'.
"Entonces José le dijo: 'Oliverio, prueba'. Oliverio lo hizo, y él cayó; pero el reino de Dios no. He conocido a otros apóstoles en mis tiempos que sintieron que el Señor no podía actuar sin ellos; pero el Señor siguió adelante con Su obra sin necesidad de la colaboración de ellos. Yo les digo a todos los hombres—judíos y gentiles, grandes y pequeños, ricos y pobres—que el Señor Todopoderoso tiene poder en sí mismo, y no depende de ningún hombre para efectuar su obra; pero cuando Dios llama a los hombres para hacerla, ellos deben confiar en El." (G. Homer Durham, comp., Discourses of Wilford Woodruff, págs. 123-124.)

Alma 26:10-12

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