viernes, 3 de agosto de 2012

¡NO DUDARÉ AUNQUE TODOS MIS PLANES NAUFRAGUEN!




Cuando todo va mal y parece contrario a la Palabra y a lo habitual, sólo los que tienen gran fe pueden decir como Job: «¡Aunque Él me matare, en Él confiaré!» (Job 13:15) Si bien el Señor permitió que el Diablo casi lo matara, a pesar de ello Job no cedió ante el Diablo, ¡ni siquiera ante su esposa, que le decía que maldijera a Dios y muriera! ¡Siguió confiando y obedeciendo! ¡Y por ello resultó doblemente bendecido y vive eternamente!
Pero muchas personas desfallecen cuando van rumbo a la victoria. Se debilitan, se cansan y se dan por vencidas. Flaquean justo antes del momento decisivo. «Padecen muchas cosas en vano» (Gál.3:4). ¡Sufren mucho, y luego se quedan sin la victoria! Se rinden con demasiada facilidad, como Esaú, que menospreció su primogenitura y se contentó con algo que podía ver y creer fácilmente, en vez de algo que no podía ver y para lo que necesitaba mucha fe (Gén.25:33-34).
Por eso, cuando las cosas se pongan muy negras, ¡no mires abajo! ¡Mira hacia arriba! ¡No tengas miedo, ten fe! ¡Sigue creyendo y obedeciendo pase lo que pase! No pongas cara larga, no murmures ni te desalientes; alaba al Señor y agradécele por fe todas las gloriosas victorias futuras, aunque no las puedas ver todavía. ¡Mañana te alegrarás de haber confiado en Él!

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