viernes, 1 de febrero de 2013

¿CREERÉIS EN EL DÍA DE VUESTRA VISITACIÓN?.



He aquí, ¿creeréis en el día de vuestra visitación —he aquí, cuando venga el Señor, sí, ese  gran día cuando la  tierra se plegará como un rollo, y los elementos se  derretirán con ardiente calor, sí, ese gran día en que seréis llevados para comparecer ante el Cordero de Dios— diréis entonces que no hay Dios?  ¿Seguiréis entonces negando al Cristo, o podréis mirar al Cordero de Dios? ¿Suponéis que moraréis con él, estando conscientes de vuestra culpa? ¿Suponéis que podríais ser felices morando con ese santo Ser, mientras atormentara vuestras almas una sensación de culpa de haber siempre violado sus leyes?
He aquí, os digo que seríais más desdichados, morando en la presencia de un Dios santo y justo, con la conciencia de vuestra impureza ante él, que si vivierais con las almas  condenadas en el  infierno.
Porque he aquí, cuando se os haga ver vuestra  desnudez delante de Dios, y también la gloria de Dios y la santidad de Jesucristo, ello encenderá una llama de fuego inextinguible en vosotros.

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