viernes, 13 de abril de 2012

LOS PODERES DEL CIELO

Del Quórum de los Doce Apóstoles
Los poseedores del sacerdocio, sean jóvenes o mayores, necesitan tanto la autoridad como el poder, el permiso necesario y la capacidad espiritual para representar a Dios en la obra de salvación.
Mis queridos hermanos, me siento agradecido de que podamos adorar juntos como un enorme cuerpo de poseedores del sacerdocio. Los quiero y los admiro por su dignidad y la influencia para bien que ejercen en el mundo.
Invito a cada uno a pensar en cómo contestarían la siguiente pregunta que el presidente David O. McKay planteó a los miembros de la Iglesia hace muchos años: “Si en este momento se le pidiese a cada uno de ustedes que declarara en una oración o una frase cuál es la característica más distintiva de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ¿cuál sería su respuesta?” (“The Mission of the Church and Its Members”, Improvement Era, noviembre de 1956, pág. 781).
La respuesta que dio el presidente McKay a su propia pregunta fue: la “autoridad divina” del sacerdocio. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se diferencia de las iglesias que dicen tener autoridad derivada de la sucesión histórica, de las Escrituras o de la formación teológica. Hacemos la declaración distintiva de que la autoridad del sacerdocio ha sido conferida al profeta José Smith directamente de mensajeros celestiales por la imposición de manos.
Mi mensaje se centra en este sacerdocio divino y en los poderes del cielo. Ruego de todo corazón que el Espíritu del Señor me ayude a medida que aprendamos juntos en cuanto a estas verdades importantes.
La autoridad y el poder del sacerdocio

El sacerdocio es la autoridad de Dios delegada a los hombres en la tierra a fin de que actúen en todo asunto para la salvación de la humanidad (véase Spencer W. Kimball, “The Example of Abraham”, Ensign, junio de 1975, pág. 3). El sacerdocio es el medio por el cual el Señor actúa mediante los hombres para salvar almas. Una de las características distintivas de la Iglesia de Jesucristo, tanto en la antigüedad como hoy en día, es Su autoridad. No puede haber iglesia verdadera sin autoridad divina.
Se otorga la autoridad del sacerdocio a hombres comunes y corrientes. La dignidad y la buena disposición —no la experiencia, ni la destreza, ni los estudios— son los requisitos para la ordenación al sacerdocio.
En el quinto Artículo de Fe se describe el modelo para obtener la autoridad del sacerdocio: “Creemos que el hombre debe ser llamado por Dios, por profecía y la imposición de manos, por aquellos que tienen la autoridad, a fin de que pueda predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas”. Por lo tanto, un muchacho o un hombre recibe la autoridad del sacerdocio y es ordenado a un oficio en particular por alguien que ya tiene el sacerdocio y que ha sido autorizado por un líder que posea las llaves del sacerdocio necesarias.

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