miércoles, 6 de junio de 2012

LA BARRERA A LA REVELACIÒN PERSONAL SOMOS NOSOTROS MISMOS

"La revelación nos es prometida según nuestra fidelidad; así también, el conocimiento relativo a los misterios y al gobierno de la Iglesia. El Señor oculta aun mucho de lo que revelaría si los hombres de la Iglesia estuvieran preparados para recibirlo. Pero si ellos no viven de acuerdo con las revelaciones que El ha dado, ¿cómo van a tener derecho a recibir mas? La gente de la Iglesia no esta viviendo de acuerdo con los mandamientos que el Señor requiere de ella.
"Nos encontramos, por lo tanto, en posición muy parecida a la de los nefitas cuando Nefi habló de la revelación: 'Y ahora yo, Nefi, no puedo decir más; el Espíritu hace cesar mis palabras, y quedo a solas para lamentar a causa de la incredulidad, y la maldad, y la ignorancia y obstinación de los hombres; porque no quieren buscar conocimiento, ni entender el gran conocimiento, cuando les es dado con claridad, sí, con toda la claridad de la palabra' [2 Nefi 32:7].



"Mormón y Moroni, en el Libro de Mormón, indican otras razones por las que el Señor no da mayor numero de revelaciones a la gente. [Véase 3 Nefi 26:6-12; Eter 4:4-12.]
"No tenemos derecho a reclamar mas revelación cuando rehusamos obedecer lo que el Señor ya ha revelado para nuestra salvación. Sin embargo, las autoridades son dirigidas por revelación, y esto es evidente para todos los que tienen el espíritu de discernimiento. El Señor no ha abandonado a su pueblo, aunque los de su pueblo no siempre han puesto su confianza en El." (Véase Joseph Fielding Smith, Doctrina de Salvación, tomo 1, págs. 268-269.)
Nefi enseñó que el requisito para recibir el bautismo de agua y de fuego es seguir el ejemplo del Hijo de Dios; lo cual quiere decir que debemos intentar ser perfectos como lo es El, mediante el arrepentimiento de nuestros pecados con un corazón sincero, actuando sin hipocresía y sin malicia delante de Dios al hacer convenio de que tomaremos sobre nosotros el nombre de Cristo. Al recibir la ordenanza del bautismo, testificamos de nuestro deseo de hacer todo esto. Luego viene el bautismo de fuego y del Espíritu Santo, por el cual el alma se purifica de los efectos del pecado y del mal, tal como lo comentamos en el Encabezamiento 13-6. Una vez satisfechas todas estas condiciones, la sangre expiatoria de Jesucristo nos limpiará de nuestros pecados.
Pero supongamos que una persona ha llevado a cabo la ordenanza externa del bautismo y, a pesar de ello, nunca ha experimentado el bautismo interior de fuego, o si lo ha sentido, tal vez haya perdido, por negligencia, la compañía del Espíritu Santo. ¿Que tiene que hacer? Nuevamente Nefi nos da la clave: la oración. Las claves del poder espiritual son la oración sincera, suplicante, anhelosa, intensa y el vivir en conformidad con esa oración. Fue esta clase de oración la que permitió que Enós recibiera la remisión de sus pecados (véase Enós 1-12), y puede hacer lo mismo por cualquier persona. Al profeta José Smith, el Señor le mandó: "Ora siempre para que salgas triunfante; si, para que puedas vencer a Satanás" (D. y C. 10:5). El poeta Edwin Markham expresó la importancia de la oración constante con las siguientes palabras:
"El constructor que por vez primera puso un puente sobre el desfiladero del Niágara, antes de colgar su cable, de una orilla a la otra, hizo volar sobre la hondonada su venturosa cometa, arrastrando un hilo delgado para que manos
ocultas lo tomaran desde la roca lejana, y tiraran así una cuerda mayor, luego otra mas gruesa; hasta que al fin a través del abismo colgó el cable, ¡y luego el poderoso puente por el aire!
"En igual forma enviamos nuestro pequeño pensamiento a través del vacío, hasta las manos extendidas de Dios, proyectamos nuestro amor y fe para vencer el abismo, idea tras idea hasta que la pequeña cuerda ha crecido y es una cadena que nada puede romper, y nos encontramos anclados con el infinito!"
2 Nefi 32:7-9

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